Lamento deciros que en este post no voy a hablar de zombies, ni os voy a dar ninguno de esos consejos que tanto es gustan, es más me atrevo a decir que ni siquiera va a ser un post con ese humor que os gusta tanto, lo que sí va a ser es un post reflexivo sobre esta época que nos ha tocado vivir y ese hedor a apocalipsis que se respira de manera generalizada.
Obviamente, no hablo de un apocalipsis tal y como se suele ver en el cine, hablo de esa sensación que hay cuando salimos a la calle, cuando vamos en metro, cuando se nos ocurre tomar algo, cuando pensamos en ver a alguien o simplemente cuando hacemos casi cualquier cosa dentro de esta realidad que alguno podrían llamar distópica y yo me atrevo a llamar pseudo post apocalíptica, (sí, distópico es más corto)
Es inevitable tener miedo, (sí, para qué vamos a andar con paños calientes, ya no se puede decir que sea preocupación, prudencia o lo que sea, es miedo), es inevitable desconfiar de la gente, gente que no sabes ni donde ha estado ni con quien ha estado, gente que puede tener este virus o no, pero por si acaso, tenemos que desconfiar.
Esta desconfianza constante nos hace estar en estado de alerta, (igual de constante) y eso no facilita que, en algún momento, (ni a corto ni a medio plazo), podamos empezar a confiar, al menos en casos concretos, (y no hablo de gente, hablo de todo, información recomendaciones, personas…)
No os cuento nada nuevo si os digo que no ayuda que este sea el tema de fondo de todo, que antes se trataba como novedad pero que llevamos un año con esto de fondo y que es una constante en nuestra vida, o al menos en la vida que nos ha tocado vivir ahora, en el que estamos pendientes de cifras, la mascarilla se ha vuelto un complemento más, en el que nos resistimos a no dejar de divertirnos, (siempre estamos pensando en salvar la navidad, salvar la semana santa, salvar el verano, y esto no acabará hasta que no pensemos en salvar a las personas)
Esto al final es algo que nos va a afectar más de lo que pensamos, porque nadie nos garantiza que haya un final, (esa es parte de la incertidumbre), no sabemos cuando podemos volver a confiar, (en general, en la gente, los medios, los políticos), y sobre todo, porque hemos visto una parte que no nos gusta del ser humano, (hemos visto como arrasan estanterías en un supermercado sin necesidad, hemos visto como por opiniones sin fundamento se ponen en peligro vidas, hemos visto cosas que pensábamos que nunca veríamos, y aquí estamos.
Aquí estamos llevando esto lo mejor que podemos, con nuestra dosis de ansiedad, (unos días más y otros menos), con esa sensación de que todo huele a apocalipsis pero con la tranquilidad de que no ha sido un tema zombies, (mira al final sí he hablado), porque no me quiero imaginar lo que tiene que ser todo lo que os he comentado en este post, si además metemos a los zombies en la ecuación, (algo que multiplica todo lo malo comentado y reduce drásticamente lo que pueda quedar bueno).
Se usa mucho la frase “Cuando esto acabe” y la cosa es que esto no va a acabar, va a cambiar, y espero que cuando esto pare de cambiar y hayamos superado toda esta pérdida, el olor a apocalipsis sea solo un recuerdo, que nunca deberíamos olvidar para que no nos vuelva a pasar, al menos, la parte que depende de nosotros.